Minutos después de que culminara la batalla de Waterloo, el 18 de junio de 1815, el banquero Nathan Mayer Rothschild envió palomas que en pocas horas recorrieron 362 kilómetros para avisarle a su familia, en Londres, de la caída de Napoleón.
Según Alfredo Cid Jurado, doctor en semiótica de la Universidad de Bolonia (Italia), los Rothschild, que financiaron a ambos bandos, antes de que la noticia saliera en los periódicos vendieron los bonos del Estado Británico para hacer creer que la Gran Bretaña de Wellington había perdido.
“El mercado siguió el juego y la Bolsa de Londres se hundió. Los Rothschild aprovecharon la confusión y compraron de nuevo, en secreto, esos mismos bonos a precios irrisorios. Cuando se conoció la noticia, los precios se elevaron y estos banqueros multiplicaron su fortuna en un día”, dice.
Para Cid, que estuvo en Bogotá en el VIII Congreso de la Federación Latinoamericana de Semiótica, invitado por la U. Nacional y la U. La Salle, este es un ejemplo de que las falsas noticias, especialmente en el campo político, no son un fenómeno nuevo.
En diálogo con EL COLOMBIANO, Cid dijo que para que algo sea falso, requiere ser entendido como verdad, es decir, identificar su contexto. “Hay que observar la seriedad del emisor, la capacidad de información de la fuente y confrontar con otras fuentes”.
¿Cómo aporta la semiótica a la comprensión de los acontecimientos políticos?
“La semiótica, que nació en la medicina, identifica puntos álgidos, como la confrontación política, el surgimiento de un nuevo partido o una figura. Con sus modelos diagnostica qué es lo que está pasando y lo explica a partir de lo que ha ocurrido en el pasado”.
En Colombia unos y otros se acusan de populistas, ¿qué tan malo es esto?
“Es un concepto sombrilla, que para unos es negativo y para otros positivo. Todo depende de cómo un sujeto está leyendo lo que hay a su alrededor. Por ejemplo, Peña Nieto ve que un líder opositor está cobrando fuerza, entonces lo acusa de populista, atomizando el concepto. En cambio Obama lo utilizó como el acercamiento a la gente”.
¿Qué conceptos “sombrilla” identifica en la campaña presidencial en Colombia?
“Los líderes políticos usan conceptos complejos como la paz, la solidaridad, la seguridad y la pobreza. La semiótica mira qué fuerza política los usa, cómo los está entendiendo y con qué consecuencias, al momento de transformarlos en actos políticos. Esta manera de proceder sirve al periodismo, a los partidos y a la dirección de una campaña”.
Usted ha hablado de la construcción de héroes en la política. ¿Cómo es eso?
“Cada político trae su propia historia. Quieren alcanzar el triunfo electoral o concluir un mandato. Así como los súper héroes, enfrentan obstáculos y problemas (pruebas) que tienen que superar”.
¿Los partidos ayudan o afectan esa construcción?
“Lo que hacen los partidos es recuperar a sus héroes y darles un halo de coherencia. A la inversa, si quiero construir la imagen de un político, miro cuáles han sido sus héroes. Hay quienes han dado la vida o han hecho un sacrificio extremo, como salir exiliados. Esas historias se modelan para que alguien adquiera o personifique esa figura y se convierta en el siguiente ganador”.
¿Por qué afirma que toda campaña política es ficción? ¿Son engañosas?
“Porque no está sucediendo realmente; todo es potencial, es virtual. Ningún candidato es presidente hasta que votan por él, y cuando se acaba la historia o la campaña, inicia otra historia. Siempre va a ser ficción, y el político lo sabe. Promete y enarbola valores que no puede cambiar”.
¿La variación del discurso entre un candidato y un gobernante contribuyen a la desconfianza en la política?
“Las variaciones suceden porque los héroes tienen distintos seguidores. Es diferente el discurso para una ama de casa, para un joven que acaba de llegar a la mayoría de edad o para el jefe de familia que ya tiene una forma tradicional de ejercer el voto. Los contenidos de esos lenguajes se conocen como capital político que persuade para que la gente compre su historia”.
¿Pero cuando esos cambios son de fondo? Por ejemplo, en campaña se dice que no habrá impuestos, pero en el poder se hace una reforma.
“Tiene que tener mucho cuidado un político con la coherencia. Una cosa es la sintagmática, que son los eventos individuales y las formas de hablar, y otra es la paradigmática, que es la totalidad. Si no hay coherencia entre una y otra, pierde credibilidad, afecta la imagen de héroe y deja de atraer votantes”.
En Colombia salen dos encuestas por semana, ¿eso le ayudan a la democracia?
“El problema que tienen las encuestas es que solo miden la sintagmática, no la totalidad del mandato, o de la campaña. El día de las elecciones el votante puede cambiar su voto. Eso le ha costado elecciones al candidato que no vio la historia total, sino los capítulos, como si fuera una novela”.
La campaña de 2018 parece que va a girar de nuevo entorno a la paz y la guerra.
“Hay una base en todas las grandes historias: vida y muerte. Se van modalizando, según las categorías que se van construyendo. Con la paz cada uno va a construir su propia historia, y ganará quien construya mejor lo que viene después de esa lucha ”.
Algunos políticos que estuvieron en el actual Gobierno ahora se desmarcan y otros intentan migrar de partido.
“En Colombia se llama transfuguismo, en México transformismo y en Italia gatopardismo. Puede que un individuo tenga mejores condiciones en otro partido, pero si no son claras, se afecta un valor mayor: la lealtad. Si soy un traidor, es difícil valorizar. La gente no se queda en el capítulo sino que quiere ver el gran final, que no afecta al partido o candidato sino la credibilidad y a la coherencia en los procesos democráticos”.
Tenemos 42 precandidatos por firmas. ¿Ese fenómeno ocurre en otros países?
“Es un diagnóstico de la democracia en América Latina. Eso mismo pasa en otros países. El fenómeno de los independientes tiende a crecer y ya han tenido éxito electoral. Se está agotando el paradigma del partido, porque carecen de códigos éticos de auto regulación. Por eso cada vez son menos los que votan por un partido. Pero en la medida que estos repiten los mismos comportamientos, se sigue deteriorando la gran historia de la política”.
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