Hace medio año, cuando la senadora del Partido de la U, Sandra Villadiego, publicó el borrador de una proposición para incluir en la reforma política el transfuguismo –pasarse de un partido a otro– por una sola vez, tanto su colectividad como el propio Gobierno rechazaron ese intento.
Hoy, cuando la reforma política –la cual busca modernizar el sistema político– está a un paso de hundirse debido a que un bloque de 64 senadores anticipó su voto negativo, el Gobierno insistió que en caso de que el Congreso le dé el visto bueno, debe aprobarse sin el transfuguismo.
Es más, hace dos meses, en entrevista con EL COLOMBIANO, el ministro del Interior, Guillermo Rivera, dijo que esa propuesta, la del transfuguismo, era improcedente, pero varios congresistas afirmaron que era la carta tapada que tenía La U para condicionar la aprobación de la reforma en noviembre.
Además, para ese entonces ya se hablaba que, así como los partidos pequeños podrían unirse, La U tenía interés en que los grandes también lo pudieran hacer. “Eso desvirtuaría la naturaleza de la ley”, dijo Rivera.
Así la cosas, esta colectividad y el Gobierno son los únicos que esperan que la reforma salga, pues fue rechazada por la Misión de Observación Electoral (MOE); por Elizabeth Ungar, quien coordinó la Misión Electoral Especial, la cual estaba conformada con sectores liberales y conservadores; por los partidos minoritarios, por Cambio Radical y el Centro Democrático y hasta por la Farc.
¿Qué busca La U?
Cuando todo parece jugar en contra del proyecto y quedan solo tres días hábiles para que pueda aprobarse vía fast track, el senador Roy Barrera salió a la defensiva: “La reforma política no es opcional. Es parte del Acuerdo Final refrendado constitucionalmente por el Congreso y por la Corte”.
Es importante recordar que en desarrollo del punto dos del Acuerdo entre el Gobierno y Farc, se previó la creación de una Misión Electoral Especial para modernizar el sistema político y electoral, democratizarlo y blindarlo contra la corrupción. La MOE hizo esa tarea entre febrero y abril, y en mayo el Gobierno radicó el proyecto de reforma política con algunas de esas sugerencias.
Para Carlos Arias, docente de maestría en Comunicación Política del Externado, La U quiere esa reforma porque necesitan estar vivos para seguir en la política. “Son los ni ni, al revés; ni tiene candidato presidencial, ni ideología, ni posición política unificada en su entramado regional”.
Aunque el partido decidió en la cumbre nacional que solo escogerían a qué candidato presidencial apoyar después de las elecciones del Congreso, ya unos diez congresistas están en las toldas de Germán Vargas Lleras, otros buscan la llegada al uribismo, y otros quieren irse al liberalismo.
Según Jaime Duarte, docente del área de Gobierno y Política del Externado, La U quiere subsistir como fuerza en el Congreso; pero al no tener candidato propio prefieren dejar en libertad de apoyar al candidato presidencial que mejor favorezca los intereses de los congresistas en cada uno de sus bastiones electorales.
Tanto Barreras como el senador Armando Benedetti han manifestado su deseo de afianzar una alianza con los liberales y no solo apoyar a Humberto de la Calle sino confeccionar unas listas únicas al Senado y la Cámara bajo el paraguas de la paz.
Pero no solo estos dos partidos están a la expectativa. En Cambio Radical y los conservadores no le hacen igual fuerza a la reforma, pero tienen previsto que si es aprobada, también podrían hacer listas conjuntas. Los ‘azules’ ya se han reunido varias veces con Vargas Lleras.
Si La U llega solo a las elecciones de marzo, correría el riesgo de una disolución
ELCOLOMBIANO