“Si tengo la oportunidad de hablar con el Papa, lo único que quiero pedirle, como lo hago todas las noches, es que me ayude a rezar y a tener salud para saber qué pasó con mi hijo, dónde está, qué le hicieron”, dice Ruth Elizabeth Suárez.
Esta mujer tiene 65 años. Ha dedicado 11 de ellos a preguntar por su pequeño Jairo Alexánder Miranda Suárez, secuestrado en julio del 2006 por el frente 48 de las Farc cuando realizaba una misión de salud en la zona rural del Putumayo.
Ella es una de las 6.000 víctimas del conflicto armado que estarán en el Gran Encuentro para la Reconciliación, en el parque Las Malocas de Villavicencio, este viernes.
En este lugar, el Papa pronunciará una oración de 45 minutos por la paz y el perdón entre los actores de la guerra en Colombia. Fuentes sostienen que habrá un acto de perdón entre dos víctimas y dos victimarios, tema con el cual han sido herméticos en la capital del Meta.
“Siento una dicha grande –señala Ruth–. Es muy importante que el enviado de Nuestro Señor Jesucristo venga, porque va a traer cosas muy buenas. Lo que queremos nosotras las víctimas es que nos digan la verdad, que, por favor, para que exista un proceso de paz verdadero, nos digan la realidad de lo que pasó con nuestros seres queridos”.
A Ruth, humilde ama de casa, la pena por la desaparición de su hijo le quebró su salud. No obstante, su voz y la manera de expresarse denotan que el amor de una madre que quiere saber la verdad la mantiene de pie, dispuesta a viajar más de dos horas en avión desde Puerto Asís hasta Bogotá para luego viajar alrededor de tres horas por carretera hasta Villavicencio.
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Esta mujer no necesita un gran equipaje. Lo único que no puede dejar en casa es una pancarta que ella misma escribió para la ocasión, que reza: ‘Las víctimas del conflicto armado en Puerto Asís creemos y estamos con la paz, queremos la verdad y saber de nuestros hijos’.
Maritzabel Ramírez, gerente de la visita del Papa en Villavicencio, sostiene que la preparación de este evento tomó tres meses. “Todos estarán sentados –explica la funcionaria–, es un coliseo cubierto que hay en el parque. La idea es que las víctimas tengan la oportunidad de estar con el Papa”. El evento se iniciará a las 3:40 de la tarde, según el cronograma.
“El Meta ha sido uno de los departamentos más afectados por el conflicto armado –anota Ramírez–. Una de las razones por las cuales viene el Papa es para reconciliar a los colombianos con Dios y la naturaleza”.
La Unidad Para la Atención de Víctimas se encargará de movilizar a algunas de las personas que participarán en este evento, donde se espera que quienes han sufrido la guerra tengan la oportunidad de hacer una oración con el sumo pontífice.
Albani Castillo es de piel oscura. Su sonrisa y su trabajo con otras víctimas del conflicto la mantienen enfocada. Todo lo que pueda hacer para no recordar que los paramilitares abusaron sexualmente de ella cuando apenas tenía 7 años y vivía en zona rural de Riohacha, en La Guajira.
Ahora tiene 36 años. Llegó hasta Puerto Tejada, en el departamento del Cauca, huyendo de los guerrilleros de las Farc que la desplazaron de La Bocana, en Nariño. Parece que toda la violencia acumulada en la historia del país la persiguiera.
“A mí me tienen amenazada por mi labor con las víctimas –aclara Albani–. Trabajo con una organización de víctimas y de defensa de los derechos humanos. Yo espero que la visita del Papa no sea solo un acto protocolario, que realmente esté con nosotros y ayude a que el proceso de paz continúe”.
“Se supone que nosotros (las víctimas) somos el centro de todo esto que hicieron en La Habana –señala la joven mujer–, a veces no pareciera así, pero esperamos que si el Papa apoyó en su momento el proceso de paz, entonces ahora que viene ayude para que seamos tenidos en cuenta y el proceso no se detenga”.
Desde la organización con la que trabaja Albani, las mujeres señalan lo importante de este encuentro, ya que de él depende que el proceso de paz entre el Gobierno y las Farc no se detenga.
El Tiempo