El argentino Juan Méndez, experto en comisiones de la verdad y uno los cinco miembros del comité que eligió a los 11 integrantes de la Comisión de la Verdad de Colombia, defiende la selección que hicieron. En diálogo con EL TIEMPO responde a las críticas de la Asociación de Oficiales Retirados de las Fuerzas Militares (Acore).
¿Qué privilegiaron en la elección de las 11 personas que integrarán la Comisión de la Verdad?
Debíamos buscar una comisión que escuchara a todas las víctimas y que fuera capaz de generar una verdad que permitiera la convivencia y, eventualmente, la reconciliación. Buscamos personas que tuvieran probada capacidad de empatía con todo tipo de víctimas, y no solo con las de un lado o el otro, que tuvieran un cierto equilibrio de experiencias. Por ejemplo, académicos que supieran mucho sobre investigación social, histórica y rigor metodológico, pero también personas que estuvieran muy cerca de las víctimas.
Incluimos gente que supiera de derecho internacional, de derechos humanos, de Derecho Internacional Humanitario, pero también que tuvieran capacidad de interlocución con personas que no tienen espontáneamente la inclinación a hablar con las instituciones del Estado.
¿Por qué, si uno de los criterios era la representatividad territorial, cuatro son de Antioquia?
Buscamos la representatividad regional, no desde el lugar de residencia, sino de la experiencia en los lugares de conflicto. No buscábamos privilegiar gente de Antioquia, pero sí buscábamos experiencia en regiones como Urabá.
La Asociación de Oficiales Retirados de las Fuerzas Militares (Acore) cuestionó la imparcialidad de los llamados a entrevista y dijo que los militares convocados a esta no la representan…
Nos reunimos con Acore después de que a los tres extranjeros del Comité de Escogencia nos insultaron públicamente, con información falsa y tergiversada. El criterio de selección no era de representatividad institucional o de entidades de la sociedad civil.
¿Qué dijo Acore de los extranjeros del Comité de Escogencia?
Del doctor García-Sayán Acore dijo que había liberado senderistas (integrantes de Sendero Luminoso), y eso es falso. Del doctor Gil-Robles dijo que había liberado gente de la Eta, también falso. En el caso mío, dijo que yo había defendido presos políticos en Argentina, lo cual es cierto, pero que a partir de eso tenía rencor hacia las Fuerzas Armadas de mi país y de otros países, algo que es totalmente falso. No hay ningún elemento de juicio que permita hacer una afirmación de esa naturaleza.
¿Qué los llevó a elegir al militar retirado Carlos Ospina entre los tres exintegrantes de las Fuerzas Militares que fueron llamados a entrevista?
Nos persuadió de incluirlo que había trabajado 21 años en el Ejército. Además de ser oficial, mayor, tiene también 21 años de trabajo con las víctimas del Ejército y de la Policía. Nos pareció que eso contribuiría a la Comisión de la Verdad, con una misión estratégicamente importante.
¿Cómo decidieron que el padre jesuita Francisco de Roux fuera el presidente de la Comisión de la Verdad?
Fue la única persona en la cual los cinco del Comité de Escogencia estábamos de acuerdo. Tuvimos una decisión unánime. Lo elegimos en función, no solamente de su trayectoria en defensa de la construcción de paz y de la verdad, sino también porque ha dirigido entidades de investigación social y científica serias. Además, porque ha trabajado en zonas de conflicto, lo más cerca posible de las víctimas. Seguramente, su nombramiento no va a tener el consenso del ciento por ciento de los colombianos, eso habría sido una tarea imposible. Su trayectoria se puede discutir desde posiciones cerradamente ideológicas, pero no desde la razón.
A algunos les genera resistencia…
Hicimos un proceso muy transparente de convocatoria, inscripción y selección. Las entrevistas están a disposición del público, y desde luego no todos van a estar de acuerdo con nuestra decisión final, pero se nos encargó que nos hiciéramos responsables de nuestra decisión final, y es lo que hemos hecho. Una reconciliación basada en el olvido, en el deliberado ocultamiento de lo que pasó, es una reconciliación falsa y conduce directamente al conflicto más adelante.
¿Según su experiencia en comisiones de la verdad en el mundo, cuál es la expectativa sobre las personas que la integrarán en Colombia?
Colombia ha emprendido un trabajo que se ha beneficiado del aprendizaje de otras experiencias en América Latina y afuera. La comisión se ha diseñado con muy buen criterio y mucho respeto por las víctimas, especialmente. El proceso y la elaboración del informe y su difusión son los que van a decirnos si ha sido exitosa o no. Pero estoy convencido de que hemos seleccionado a 10 colombianos y un extranjero que van a hacer el trabajo con mucha seriedad.
¿Qué sigue para los 11 comisionados elegidos?
Los primeros seis meses son de planeación. Espero que los que no pudimos incluir, porque fue una selección muy difícil, contribuyan al éxito de la comisión. Aspiro además a que todos los colombianos también le den el apoyo necesario a la Comisión de la Verdad para que haga su cometido de la mejor manera. La expectativa es que viaje o se instale en el territorio para estar próxima a las víctimas; para eso necesita un presupuesto digno.
ELTIEMPO