En un año marcado por el cambio de gobierno y por las elecciones a Congreso y a la presidencia, la mesa de negociación con el Eln afronta el reto de acelerar la dinámica de diálogo para que el proceso de paz llegue a un punto de no retorno y no sea un factor negativo en la campaña política del 2018.
Esa es al menos la apuesta del Gobierno para los diálogos de Quito en sus últimos siete meses: “Dejar tan avanzado el proceso como la prudencia lo permita”, según una fuente cercana a los diálogos.
El renovado equipo oficial que llegará a la mesa, bajo la dirección del exvicepresidente Gustavo Bell, es consciente de ese derrotero impartido por el presidente Juan Manuel Santos.
El jefe de Estado confirmó que este lunes, además de Gustavo Bell, viajarán a Quito por parte del Gobierno Angélika Rettberg, Socorro Ramírez, Alberto Fergusson, José Noé Ríos, Alejandro Reyes Lozano y los generales Freddy Padilla y Carlos Rojas.
Tras reunirse con el nuevo equipo negociador, Santos aseguró que su Gobierno está “más que dispuesto a prorrogar el cese del fuego con el Eln y a renegociar las condiciones de un nuevo cese”.
En la coyuntura electoral, de acuerdo con Camilo González Posso, presidente del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz, “el fracaso de la búsqueda de un cese del fuego es visto por un sector extremo como un fracaso de la negociación y, por ende, se pide considerar la continuidad de la mesa de Quito”.
Ante las diferencias que impidieron que las partes prorrogaran la actual tregua, que termina el 9 de enero a las 12 de la noche, la expectativa de las comunidades en los territorios donde se vive el conflicto con el Eln es que se halle una fórmula provisional mientras se pacta un cese más largo.
Unas 186 organizaciones sociales y cerca de 200 intelectuales enviaron sendas cartas esta semana al Eln y al Gobierno en ese sentido. Algunos sectores han dicho que sería conveniente que se prorrogue el cese unas semanas, mientras la mesa de Quito logra diseñar uno que cubra el periodo electoral y satisfaga a las partes, que han objetado el actual por imperfecto.
Aunque se han presentado violaciones del cese por parte del Eln desde el primero de octubre, cuando empezó, y se han visto afectados algunos civiles en Chocó y Nariño, para las poblaciones de las zonas de conflicto ha sido “un alivio” la ausencia de confrontaciones.
Una de las objeciones de la guerrilla de ‘Gabino’, quien señaló en su mensaje de fin de año que su organización armada tiene voluntad de seguir en la mesa aunque no se pacte un cese bilateral, es el mecanismo que monitorea la tregua. Ese mecanismo –en el que participan las partes, la ONU y la Iglesia católica– “no pudo cumplir su mandato”, según el Eln, pues “solo 5 de los 40 casos entregados a la instancia nacional fueron evaluados y calificados”.
Una propuesta, planteada por Víctor de Currea-Lugo, observador de los diálogos, para mejorar ese esquema de verificación es que el mecanismo tenga más presencia en los territorios. Al no llegar el Gobierno a un acuerdo sobre la prolongación de la tregua, la subcomisión de dinámicas humanitarias que trabajó durante el receso de los diálogos espera llegar el martes, cuando se inicia el quinto ciclo de diálogos, a tratar directamente ese asunto.
El efecto de las elecciones
De no pactarse un cese del fuego durante el periodo electoral, “en las regiones donde actúa el Eln habría por una parte una tensión permanente y crecería la protesta social”, dice el expresidente Ernesto Samper, quien ha sido facilitador en los diálogos de Quito. Por otra parte, la campaña electoral podría afectar o incluso frustrar el avance de las negociaciones.
Así lo ve también el senador Iván Cepeda, quien ha sido facilitador de este proceso, aunque resalta: “No hay que olvidar que los diálogos con las Farc transcurrieron en periodos electorales, entonces hay una experiencia para que el Gobierno y el Eln prevean mecanismos para proteger las negociaciones”.
“La prioridad de la mesa es avanzar y no dejarse influenciar de decisiones de distintas corrientes y candidatos cuyas posturas van a obedecer más a intereses electorales que a la paz”, añade Cepeda.
La prioridad de la mesa es avanzar y no dejarse influenciar de decisiones de distintas corrientes y candidatos cuyas posturas van a obedecer más a intereses electorales que a la paz
En paralelo con la negociación sobre el cese del fuego, las delegaciones de paz del Eln y del Gobierno retomarán el primer punto de seis de la agenda pactada el 30 de marzo del 2016, sobre participación de la sociedad en los diálogos. Este quedó en el tintero al finalizar el cuarto ciclo de diálogo, en diciembre pasado. Se espera que se definan en este ciclo las vías en que la sociedad pueda hacer llegar su voz a la mesa.
Pero este punto parece difícil de concretar sin un cese del fuego. “Muchos empresarios han dicho que no tiene sentido ir a una mesa cuando pasado mañana pueden estar incluidos en una lista de secuestro o cuando un líder social de Chocó no sabe qué le pueda esperar”, dice González P.
En todo caso, a juicio del expresidente Samper, la llegada de nuevos negociadores del Gobierno “abre la posibilidad de crear una mayor confianza entre las partes, lo que dificultaba avances en la mesa”. Si bien el dogmatismo, la falta de unidad del Eln y la ausencia de un representante suyo del Chocó en la mesa –por lo que se debe consultar con las bases cualquier decisión– han impedido agilizar los diálogos, el expresidente Samper dice que al equipo del Gobierno que estuvo hasta diciembre también le faltó flexibilidad en la negociación.
Bell, quien reemplazará al exministro Juan Camilo Restrepo como jefe de la delegación, “representa en ese sentido un estilo diferente”, concluye Samper.
El equipo negociador del Gobierno con el Eln
Gustavo Bell
Fue vicepresidente y ministro de Defensa en el gobierno de Andrés Pastrana (1998-2002). De mayo de 2011 hasta diciembre de 2017 fue embajador de Colombia en Cuba, desde donde participó como asesor en la sombra en las negociaciones de paz con las Farc.
ELTIEMPO