Pude haber titulado: en la Camarilla de Representantes. Camarilla la define la RAE como “nombre femenino despectivo. Conjunto de personas que influyen de forma extraoficial en los negocios de Estado o en los actos y decisiones de una autoridad superior”. En esa especie de camerino de políticos, como en otros: los de los futbolistas, los actores, magistrados, además de habas se cuecen trampas y delitos. Se deciden cuestiones como “rómpale la pierna” o, si no me lo da, olvídese del papel. Y, claro, le doy el contrato, pero… Así como Falcao y Guerrero negocian tapándose la boca, de igual manera lo hacen Vargas Lleras y Uribe Vélez, el magistrado tal, cuál y Pascual fiscal.
Son muchos los conciliábulos (“reunión de personas para tratar algo que se quiere mantener oculto”) que operan en el país. Cada cuatro años, ‘casualmente’, coinciden Mundial de fútbol y elecciones. Y ahí es cuando aparecen políticos y comentaristas deportivos vendiendo ilusiones y poniendo trampas. Comentaristas deportivos y políticos parecen hermanos de sangre y huérfanos de franqueza.
Es un fenómeno que yo denomino el bolillismo uribista, o viceversa, el uribismo bolillista. Sí, no me cabe la menor duda, el matoneo se practica tanto en el periodismo deportivo como en las toldas de la política: hacer trizas al director técnico de la selección o el proceso de paz, a pesar de que ambos hayan tenido buenos resultados.
Cada cuatro años, ‘casualmente’, coinciden Mundial de fútbol y elecciones. Y ahí es cuando aparecen políticos y comentaristas deportivos vendiendo ilusiones y poniendo trampas.
La corrupción en la política y, sí, en el fútbol también se maneja tras bambalinas, en receptáculos y hoy también en sacristías, con las religiones tan empeñadas en hacerse con parte de la torta del poder.
Dentro de los camerinos y en los recintos palaciegos se reúnen jugadores y funcionarios, respectivamente, para hacer sus tramoyas. El oscuro panorama de corrupción –hacia atrás y hacia adelante– está muy ligado al secretismo con el que se mueve el poder en esta esquina de Suramérica, bañada por dos océanos y un pasado de ríos de sangre.
Resumo: lo importante, lo urgente y necesario en el país se define en camerinos, entre camarillas, tras bambalinas, en conciliábulos, receptáculos y sacristías, y de ahora en adelante, a esta nuestra forma de democracia se agrega la democracia por firmas y encuestas.
ELTIEMPO